… Y mi maestro me enseñó lo difícil que es encontrar el amanecer dentro del crepúsculo
Alice, Franco Battiato, Giusto Pio y la música como lugar invisible
Este texto nace de una canción que nunca para de resonar, de una calle que nunca pisé—aunque siempre lo deseé—, y de tres grandes personas que se encontraron en el momento justo para crear algo que es irrepetible. Prospettiva Nevski (1980), de Franco Battiato es el punto de partida, pero no el único destino. Aquí intento seguir el hilo invisible que une a Battiato, Alice y Giusto Pio, en una travesía musical hecha de intuición, belleza y suaves despedidas.
Es un homenaje desde la palabra a quienes supieron convertir la música—mi música— en lugar, en símbolo, en hermoso misterio.
“¡Qué calle engañosa es esta Nevski prospekt ! Pero no hay que fiarse de lo que parece a primera vista.”
— Nikolái Gógol
Dicen que todo en la Nevski Prospekt1 es un espejismo. Que bajo su luz dorada de invierno se cruzan destinos que, como las notas de una sinfonía, solo coinciden por un instante antes de disolverse en el aire. Franco Battiato lo sabía, aunque nunca pisó la avenida de San Petersburgo. En Prospettiva Nevski, Battiato compuso no una postal, sino una visión. Un eco de un amor imposible, una ciudad helada y eterna, un recuerdo que no le pertenece y, sin embargo, le duele.
Un vento a trenta gradi sotto zero
Incontrastato sulle piazze vuote e contro i campanili
A tratti come raffiche di mitra disintegrava i cumuli di neve
En esa misma vibración de lo bello y lo efímero se encontraron Battiato, Giusto Pio y Alice. Fue como si la música abriera un pasadizo entre mundos; una lógica rigurosa del violín, la mujer con una voz prodigiosa que aún no sabía que estaba destinada a ser canal, y el pensamiento inclasificable de un hombre que hablaba en clave mística con ritmos pop.
Como en el cuento de Gógol, la avenida los reflejó por un momento. La escena perfecta.
Alice—Prospettiva Nevski— 1987
La calle de la luz dorada en invierno los transformó. Y no fue en San Petersburgo, como cabría esperar, sino en Italia, bajo un cielo distinto, pero con la misma emoción que antecede a los encuentros destinados.
Franco Battiato llegaba como quien viene de otro tiempo. Giusto Pio, más terrenal—pero igual de preciso—, arribaba como un artesano antiguo afinando la realidad con su violín. Y Alice2—que aún era Carla Bissi—, les regalaba una voz que buscaba dónde resonar, con una intuición aguda y soñadora, pero sin rumbo.
Ellos tres se cruzaron, no en un salón de espejos, sino en un estudio con olor a cables, café y notas sueltas. No hubo fuegos artificiales, solo gestos, frases breves, y miradas de reconocimiento, de respeto. Como si ya se conocieran de otro sitio, de otra vida, de otra ciudad.
El primer tema que grabaron juntos no fue un éxito inmediato. Il vento caldo dell’estate soplaba como un presagio suave, cargado de un calor extraño, una ráfaga que precede a un cambio de estación. Battiato tejía las palabras con hilos que solo él veía…
Il vento caldo dell’estate
Mi sta portando via
La fine, la fine, la fine
La canción buscaba flotar, envolver, quedarse en la piel sin decir mucho. Con ella probaron que podían crear pop que no se parecía a ningún otro pop. Con ella establecieron un diálogo único, compartido. Una nueva frecuencia.
Alice—Il vento caldo dell’estate—Festivalbar, 1980
Después vino Per Elisa (1981). No fue una canción que llegara sin más: irrumpió.
En un mundo musical dominado por las fórmulas, ellos entregaron un lamento barroco disfrazado de un novedoso pop. Un réquiem íntimo disfrazado de carta despechada…
Per Elisa,
Vuoi vedere che perderai anche me?
Per Elisa non sai più distinguere che giorno è
E poi non è nemmeno bellaPer Elisa
Paghi sempre tu e non ti lamenti
Per lei ti metti in coda per le spese
E il guaio è che non te ne accorgiCon Elisa
Guardi le vetrine e non ti stanchi
Lei ti lascia e ti riprende come e quando vuole
Lei riesce solo a farti maleVivere, vivere, vivere non è più vivere
Lei ti ha plagiato, ti ha preso anche la dignità
Fingere, fingere, fingere, non sai più fingere
Senza di lei, senza di lei ti manca l'aria…
Pero no era despecho. Es decir, sí… pero no exactamente. En la letra habitaban tensiones antiguas: el poder, el deseo, la memoria de lo no dicho. La voz de Alice, quebradiza y afilada, cortaba como cuchillo fino. Giusto Pio, con su conocida precisión, compuso un preludio que parecía salido de una ópera de cámara. Y Battiato… ah, Battiato… él puso el espejo, de esos que deforman y revelan otra posibilidad al mismo tiempo.
Cuando Alice subió al escenario de San Remo con aquella canción, nadie entendía del todo qué era lo que estaban escuchando. Pero todos sintieron que era distinto. Y fue gracias a eso que la canción ganó el festival, para sorpresa de muchos.
Entre el amor y el abismo
Per Elisa, cuyo título ironiza con descaro el célebre tema de Beethoven, ha sido interpretada como una crítica a las relaciones tóxicas, una metáfora del consumismo emocional, o incluso como una alusión velada a la adicción. Frases como “te robó hasta la dignidad” o “sin ella te falta el aire” parecen sugerir una forma de dependencia que va más allá del amor.
Como era de esperarse, Battiato nunca confirmó ni desmintió ninguna de estas lecturas. Fiel a su estilo —filosófico, críptico, casi esotérico— dejó que sus canciones funcionaran como espejos: abiertas, polisémicas, siempre dispuestas a reflejar lo que el oyente traía consigo. Obsesión, alienación, deseo, pérdida. Todo cabe si el oído es sincero.
La genialidad de Battiato no estaba en lo que decía, sino en lo que permitía imaginar. Su ambigüedad no era confusión, sino una forma de libertad: una invitación a pensar, sentir, y perderse.
Alice —Per Elisa—San Remo, 1981
Después del trueno y de muchas horas, llegó Gioielli Rubati (1985). El disco en el que Alice canta las canciones de Battiato, y que no es otra cosa que alquimia a la inversa. En todo caso, lo relevante de aquel disco fue el hecho de la intérprete volvía sobre las huellas del compositor, dejando nuevas marcas.
"La stagione dell’amore / viene e va..."
Su voz era canal y continente. Se adentraba en esas canciones como quien entra en una catedral antigua: despacio, con respeto, encendiendo velas con cada nota. No cantaba, oficiaba.
Para entonces, ya no eran solo tres artistas. Eran una constelación. Brillaban distinto, sí, pero compartían el mismo cielo azul que los había reunido allá, en San Petersburgo, o en algún rincón del mundo donde la música aún sabía a milagro.
Sendas que se bifurcan
La resonancia de Per Elisa los acompañó por un tiempo, como los ecos lejanos de voces y coches que se arrastran por Nevski Prospekt. Siguieron colaborando. Compartieron acordes, silencios y vuelos. Pero todo viaje conlleva destino.
Battiato siguió su ascenso hacia lo etéreo, hacia lo esotérico, hacia los idiomas antiguos y las plegarias electrónicas…
Conosco le leggi del mondo, e te ne farò dono.
Supererò le correnti gravitazionali,
lo spazio e la luce per non farti invecchiare.
Ti salverò da ogni malinconia,
perché sei un essere speciale ed io avrò cura di te.
Io sì, che avrò cura di te.
Se volvió chamán. Filósofo sonoro. Inmortal.
Giusto Pio tomó un camino más silente, más íntimo. Se sumergió en su complejo universo musical, siempre en soledad, pero sin dejar de mirar —aunque fuera de reojo— a su amigo Franco.
Alice comprendió que su voz era una casa que podía habitar sola. Que su sensibilidad merecía también sus propios caminos, sus propios hallazgos. Aun así, siempre regresaba a Battiato, de una forma u otra.
Hoy, cuando suena Prospettiva Nevski, escucho un mapa emocional, simbólico, casi secreto. Una calle lejana donde lo irreal y lo cierto se cruzan, donde la memoria roza la invención sin pedir permiso.
Ricordi sbocciavan le viole / con le nostre parole…
Y en esa calle —aunque solo exista en la música— Battiato, Pio y Alice siguen cruzándose. Tal vez sin verse, tal vez saludándose en silencio. Tres figuras que se reflejan, brevemente, en el escaparate de algún café de San Petersburgo. Luego siguen caminando, como si el tiempo no los tocara.
Gracias por llegar hasta aquí. Feliz escucha.
La avenida Nevski, finalizada en 1717, fue una parte clave del plan urbano de San Petersburgo, diseñada por el zar Pedro el Grande. A medida que San Petersburgo creció como capital rusa en el siglo XVIII, la avenida se convirtió en un eje cultural y financiero, hogar de una variedad de edificios grandiosos, desde palacios hasta cafeterías y librerías. Para 1900, era la vía más activa de la ciudad. Según Marshall Berman, la avenida fue un espacio único de diversidad social, ajena al control absoluto gubernamental, donde convivían personas de todas las clases, lo que la hizo un tema recurrente en la literatura y el arte rusos. Tras la Revolución de Octubre, la avenida fue renombrada en varias ocasiones por el régimen comunista, pero finalmente restauró su nombre original en 1944 tras el sitio de Leningrado.
Alice, una talentosa cantante italiana, comenzó su carrera ganando el premio del Festival de Castrocaro en 1971. Inició su trayectoria musical con el nombre de Alice Visconti y lanzó su primer álbum en 1975. Su estilo peculiar y su colaboración con Franco Battiato marcaron su éxito. En 1981, su canción 'Per Elisa' triunfó en el Festival de Sanremo, catapultándola a la fama europea. En los años siguientes, Alice publicó varios álbumes, destacándose 'Il sole nella pioggia' y 'Mezzogiorno sulle Alpi', explorando dimensiones más espirituales y artísticas. Tras pasar a la discográfica WEA, produjo 'Charade' en 1995 y 'Viaggio in Italia' en 2003, homenajeando a poetas italianos. Alice continuó con proyectos innovadores, incluyendo colaboraciones con músicos y giras internacionales. En 2012 lanzó 'Samsara', y en 2016 realizó una exitosa gira con Battiato. En 2022, lanzó 'Eri con me', reimaginando canciones de Battiato, reforzando su legado en la música italiana.
Vaya dos genios......¡Me ha encantado este recorrido!
bello! <3 <3 <3