Sublunar Oracles y la forja musical de un país en tensión
De cómo la obra de Trans-4M condensó la búsqueda identitaria, las tensiones políticas y el mestizaje sonoro de la Bélgica más inesperada.
Una obra maestra atrapada en una crisis de identidad nacional
La música de Trans-4M —y en especial su obra cumbre Sublunar Oracles (1992)— no solo revela el genio de los hermanos Stefan y Dimitri Van Elsen, sino que encarna las tensiones culturales, políticas y sociales que marcaron a la Bélgica de inicios de los noventa. En un país fracturado entre fuerzas antagónicas —la histórica división entre flamencos y valones, la consolidación del modelo federal, el protagonismo europeo y una efervescencia cultural impredecible—, la música electrónica emergió como un vehículo para explorar lo identitario, lo fronterizo y lo sensorial.
La dicotomía flamenco-valona no es solo lingüística: es estructural, histórica y afectiva. Acelerada por el proceso de integración europea, esta tensión se convirtió en un laboratorio para imaginar nuevas formas de pertenencia, desarraigo e hibridación cultural. Y en ese laboratorio, la música operó como catalizador y espejo.
Traducción de la tapa:
El siguiente artefacto sonoro, descubierto durante un viaje de investigación a Amberes, Bélgica, fue sometido a pruebas rigurosas en el laboratorio de safe trip. El resumen de nuestros hallazgos es el siguiente:
Mediante pruebas de carbono, análisis de formas de onda, deconstrucción de muestras y subdivisión de desfases electroacústicos, pudimos fechar el artefacto en el año 1992.
En una prueba sonora única, desarrollada por nuestros investigadores, el artefacto —un vinilo de etiqueta blanca— fue colocado sobre un plato metálico capaz de girar 360 grados. Al posarse sobre él, el plato giró hasta apuntar con precisión a las coordenadas del “punto sublunar”, el lugar exacto en la tierra donde la luna se encuentra en su zenit.
Cada una de las ocho composiciones musicales grabadas en la superficie del disco fue extraída y examinada nota por nota. Cada nota fue registrada para crear una secuencia definitiva, que de aquí en adelante será conocida como el “genoma oracular”. La comparación de datos sugiere coincidencias de ácido desoxirribonucleico con dos individuos relacionados y al menos una forma de vida aún no clasificada. La investigación en este campo vital sigue en curso.
Se solicitó a un grupo de 23 voluntarios humanos que escucharan cada una de las obras en secuencia, mientras monitoreábamos su ritmo cardíaco, respuestas binaurales y la dilatación de sus pupilas en milímetros. Mientras cuatro de los voluntarios mostraron signos de agitación y comenzaron a sudar copiosamente, 19 manifestaron un aumento en la producción de serotonina, dopamina y noradrenalina.
Se les pidió a los voluntarios que gritaran espontáneamente palabras y frases mientras escuchaban las composiciones. Curiosamente, varias palabras —o combinaciones de palabras— fueron pronunciadas por más del 50% de los participantes. Entre ellas destacan: “Mount Void”, “Depth Probe”, “Dencity” y, de forma más inesperada, “Amnma”.
Invitamos a colegas de todo el mundo a analizar y poner a prueba este artefacto sonoro para profundizar en la comprensión de este objeto misterioso y estimulante.
Genealogía de una colisión cultural
A finales de los ochenta, Bélgica inventó por accidente un género: el new beat, nacido cuando un DJ bajó la velocidad de un disco de EBM y generó una mutación impredecible. La escena explotó, se convirtió en moda nacional, pero se apagó igual de rápido, consumida por su propio exceso.
Mira el reportaje de TV sobre «Belgian New Beat». (VHS).
En medio de ese colapso, surgió una nueva ola electrónica más sofisticada: el techno, el acid house y las formas más atmosféricas de la electrónica experimental encontraron eco en ciudades como Bruselas, Gante o Amberes. Esa transición sentó las bases para una escena sonora que sería tan introspectiva como bailable.
Los Van Elsen
Dimitri Van Elsen venía del jazz, formación poco común para la electrónica de la época. Esa raíz imprimió una sensibilidad distinta al proyecto. Bélgica, con su historia jazzística (Toots Thielemans, el festival de Gante), siempre tuvo una oreja afinada a lo experimental. Para el crítico Philippe Carles, el jazz belga fue siempre «una zona de fuga», un terreno de mutaciones más que de dogmas.
En Sublunar Oracles, esa herencia se funde con las programaciones electrónicas de Stefan Van Elsen. El resultado es un híbrido: jazz ambiental, electrónica contemplativa, armonías que respiran. No es solo música para clubes, es una cartografía emocional.
«Todo está en el mix». Dicen.
Chill out, ambient house y la electrónica como espacio sensorial
A comienzos de los noventa, la cultura de clubes belga no era solo pista de baile: también ofrecía espacios de pausa, escucha y alucinación. En sintonía con lo que hacían The Orb o Future Sound of London, Sublunar Oracles propone una electrónica íntima, que no teme al silencio ni al paisaje. Un disco pensado más como artefacto sensorial que como producto de consumo.
Grabaciones de campo, atmósferas, progresiones suaves, voces fragmentadas: todo en el disco apunta a una experiencia emocional, meditativa, casi cinematográfica.
Bélgica como laboratorio
En esa época, Bélgica vivía una transformación acelerada: las regiones flamenca y valona ganaban autonomía, Bruselas emergía como capital de la UE, y la cultura local absorbía influencias globales sin perder su singularidad. La escena musical reflejaba esa tensión entre lo local y lo planetario, entre la raíz y la deriva.
Bandas de EBM como Front 242 o The Neon Judgement ya habían mostrado esa vocación por lo híbrido. En los noventa, ese impulso se extendió hacia terrenos más atmosféricos, más libres.
Escucha recomendada: The Neon Judgement - “Wish I Could” (1985)
Buzz Records y la vanguardia como política cultural
El sello Buzz, creado en los noventa, fue crucial en esa transformación: apostó por sonidos que escapaban de la fórmula, mezclando house, ambient, techno experimental y electrónica cinematográfica. Fue uno de los catalizadores de esa nueva sensibilidad belga, donde el beat no era el fin, sino la puerta de entrada a otro estado mental.
Sublunar Oracles es un ejemplo perfecto: un disco que rehúye el hit, que construye atmósferas, que propone una escucha extendida. Un disco que exige entrega.
Bruselas como ciudad bisagra, ciudad-espejo
Mientras el mundo veía a Bélgica como la patria del new beat, lo que pasaba en Bruselas era otra cosa. La ciudad se consolidaba como un cruce de caminos: institucional, cultural, afectivo. La escena alternativa crecía con bandas como dEUS, Zita Swoon o Evil Superstars, mostrando que la experimentación también se filtraba al rock y al pop.
La electrónica de Trans-4M encajaba en esa lógica: era cosmopolita, pero arraigada. Minimalista, pero emocional. Europea, pero profundamente belga.
Un legado duradero y la persistencia de una revolución sonora
Si bien Bélgica no siempre gozó del mismo foco que otros países del continente en lo musical, los noventa legaron una impronta profunda en la identidad sonora nacional. La hibridación de géneros, la experimentación electrónica y la apertura cultural hicieron de la música el espejo tanto de los avatares políticos como de la expansión cultural.
Con el tiempo, muchos artistas belgas de los noventa continúan influyendo en la música contemporánea, y la escena electrónica del país permanece entre las más movidas de Europa. Al margen de los nombres y los estilos, la Bélgica de los noventa se definió por una incesante capacidad de reinvención en un momento en que política, cultura e identidad se transformaban aceleradamente.
La dialéctica sonora de Sublunar Oracles
En Sublunar Oracles, se pone de manifiesto la tensión entre lo introspectivo y lo expansivo: algunas pistas evocan melancolía y recogimiento, otras, abren panoramas sonoros ilimitados. —“Queríamos capturar la sensación de hallarnos entre dos mundos: uno familiar y seguro, y otro enigmático, pero irresistible”—, señala Stefan Van Elsen. Esa colisión de dimensiones ilustraba perfectamente la Bélgica de la época, atrapada entre la tradición y la modernidad, entre el repliegue regional y la aspiración europea.
Moda y contracultura
La moda belga en los noventa, con exponentes como Martin Margiela o Dries Van Noten, también permeó la cultura local y europea. Así como la moda desmantelaba las convenciones sociales para exhibir su esencia vanguardista, los hermanos Van Elsen desdibujaban las fronteras entre de los géneros musicales emergentes, generando algo brillante e inédito. Este espíritu de vanguardia —presente en la moda y en la música— ilustraba el talante innovador de la Bélgica noventera.
Una vigencia indiscutible
En 2019, la reedición de Sublunar Oracles por el sello Safe Trip reafirmó el carácter visionario de este trabajo. “Este álbum siempre estuvo adelantado a su tiempo; por fin, ha encontrado su lugar en la historia de la electrónica belga”, dicen las revistas especializadas. La reedición no solo brindó un segundo aliento a la obra, sino que corroboró su potencial para fascinar con una propuesta inmersiva, fresca y trascendental.
La Bélgica de los primeros noventa fue un punto sociopolítico y cultural muy caliente, y Sublunar Oracles logró, de alguna forma, cristalizar esa evolución en un viaje que aún seduce a quien eche de menos algo más que simples propuestas dance. Trans-4M me deja claro que, cuando una idea se concibe con audacia y profundidad, puede trascender las limitaciones de su época y erigirse en un arte universal, capaz de resonar con cada generación, como si fuera nueva.
Sublunar Oracles invita a la reflexión y a la búsqueda de lo inexplorado, contribuyendo a la transformación constante del panorama electrónico. A medio camino entre la introspección y el impulso ilimitado, este álbum ratifica su condición de tesoro olvidado.
Treinta y tres años después, Sublunar Oracles sigue sonando fuera de tiempo. Como si hubiera sido compuesto desde un satélite que orbitara sobre una Bélgica múltiple, dividida, hermosa y contradictoria. Un país que, en su tensión, inventó una forma de belleza.
Gracias por llegar hasta aquí. Feliz escucha.
Pluscafé
Escucha Sublunar Oracles Remixes
Algunas notas y textos complementarios
Formación del Estado belga y divisiones lingüísticas
• La independencia de Bélgica en 1830 supuso el predominio inicial de la élite francófona (valona) en la esfera política, económica y cultural.
• El surgimiento de la conciencia flamenca (con el movimiento flamenco, Vlaamse Beweging) se manifestó como reacción a la hegemonía del francés en la administración y en la alta cultura, generando tensiones identitarias.
• Con el paso del tiempo, las leyes de regionalización y federalización (especialmente las reformas constitucionales de 1970, 1980 y 1988-1989) intensificaron la división administrativa y lingüística entre Flandes y Valonia.
Teorías sobre conflictos étnico-lingüísticos y federalización
• Arend Lijphart y su teoría de la “democracia consociativa” ((1969) , sostiene que en países con alta segmentación social, la gobernanza se estabiliza cuando hay acuerdos de poder compartido (“power-sharing”) entre élites de distintos grupos. Este modelo ha sido aplicado al caso belga, ilustrando cómo las élites flamencas y valonas negocian la coexistencia institucional.
• Ernest Gellner y su “teoría del nacionalismo” (1983) , subraya cómo los estados modernos promueven una cultura nacional y un idioma unificado. En el caso belga, la coexistencia de dos (o incluso tres, sumando la comunidad germanófona) grandes comunidades lingüísticas contradice la tendencia centralizadora y obliga a buscar formas de integración alternativa.
Bourdieu y el capital lingüístico
• “La lengua sirve como capital simbólico” (Bourdieu, 1977). En Bélgica, el idioma francés gozaba históricamente de mayor prestigio, mientras que el neerlandés tardó en institucionalizarse a nivel político y educativo.
• En los años noventa, esta dicotomía aún marcaba la vida cotidiana: la ventaja que otorgaba hablar francés en círculos internacionales contrastaba con el creciente poder económico de Flandes. Este choque se intensificó con la globalización y la entrada de Bélgica en la Unión Europea.
Identidad nacional vs. identidades regionales
• “Teoría de la identidad social” (Tajfel y Turner, 1979): las personas se adscriben a grupos con base en variables como el idioma y la cultura; en Bélgica, la pertenencia a la comunidad flamenca o valona cobra gran relevancia social.
• El federalismo belga promovió el arraigo de identidades regionales y reforzó la idea de Flandes y Valonia como entidades casi independientes, afectando la percepción de la “identidad nacional belga”.
Integración europea y soberanía compartida
• Desde el Tratado de Maastricht (1992) hasta la consolidación de la UE como entidad política y monetaria, Bélgica ha sido uno de los miembros fundadores más entusiastas. Bruselas es sede de muchas instituciones europeas, lo cual la convierte en un símbolo de integración supranacional. Sin embargo, la tensión flamenca-valona se reconfigura ante la “cesión” de competencias estatales a la Unión Europea. Surgen debates sobre si este proceso diluye las identidades regionales o, por el contrario, las potencia (por ejemplo, al promover lenguas minoritarias y mayor autonomía de las regiones).
Teorías de la gobernanza multinivel
• Gary Marks y Liesbet Hooghe (2001) han desarrollado el concepto de gobernanza multinivel para describir cómo la autoridad política se dispersa en distintos niveles (local, regional, estatal, supranacional). Bélgica se convierte en un laboratorio de esta gobernanza multinivel, pues cada comunidad (Flamenca, Valona, Bruselas-Capital, Germanófona) interactúa con la UE de manera diferenciada.
• El choque entre la descentralización interna y la centralización o armonización europea pone en tela de juicio la “soberanía” nacional, evidenciando la complejidad de la dicotomía flamenco-valona frente a los organismos supranacionales.
La música y la moda como reflejo de tensiones y sinergias
• En la década de los noventa, la música electrónica en Bélgica (casos como el new beat, el techno flamenco y la emergente escena en Valonia) evidenciaba que la cultura podía unir espacios diversos. Algunos artistas cruzaron las barreras lingüísticas y actuaron como “embajadores culturales”.
• El auge de diseñadores belgas (Martin Margiela, Dries Van Noten) y músicos que se inspiraban en corrientes globales mostraba que, pese a la segmentación interna, Bélgica podía proyectar una identidad vanguardista y cosmopolita.
Políticas culturales y el fomento de la diversidad
• La descentralización belga otorgó competencias culturales a Flandes y Valonia, generando diferentes políticas de apoyo al arte y la cultura en cada región. Esto, a su vez, promovió una diversidad creativa que no siempre se cohesionaba a nivel nacional, pero que encontró canales propios de expresión y exhibición.
• En el ámbito europeo, Bélgica se mostró como un referente de diversidad e innovación artística, coincidiendo con la expansión de la UE al este del continente y la creciente valoración de la multiculturalidad.
—Una especie de— marco teórico sobre el New Beat y el renacimiento del Techno belga
Intro: el contexto sociocultural de la Bélgica de los ochenta y noventa
La escena musical belga de finales de los años ochenta y principios de los noventa estuvo marcada por una notable tensión creativa que dio lugar a fenómenos como el New Beat y, posteriormente, al resurgimiento del Techno en distintas regiones del país. Bélgica, situada entre grandes potencias culturales (Francia, Alemania, Reino Unido y Países Bajos), funcionó como crisol en el que convergían influencias diversas: la Electronic Body Music (EBM), el industrial, el acid house y el synthpop, entre otras. Esta situación sociocultural fomentó una especie de colisión cultural que cristalizó en el New Beat, considerado el “sonido propio” de Bélgica, y que luego pavimentó el camino para un renacimiento del Techno caracterizado por su carácter más crudo, experimental y global.
Génesis y características principales del New Beat
El New Beat emergió a finales de los años 80 en clubes como Boccaccio y Skyline, y se distinguió por la desaceleración deliberada de temas dance y EBM, con tiempos más lentos y ritmos hipnóticos.
• Genealogía sonora: Aunque se le atribuye un carácter local, el New Beat absorbía influencias de la cultura rave y del acid house británico, a la vez que se nutría de la estética industrial centroeuropea.
• Aspecto contracultural: En sus inicios, el New Beat se vinculó a un ambiente “underground” que buscaba diferenciarse de la música disco comercializada; sin embargo, el género sufrió rápidamente una comercialización excesiva que llevó a su declive.
• Significado sociocultural: Para la juventud belga, el New Beat representaba un espacio de escapismo y a la vez de identidad colectiva, en medio de tensiones lingüísticas y regionales. El baile y la pista de club se convirtieron en áreas de convergencia que, temporalmente, diluían las diferencias culturales y políticas internas.
El renacimiento del techno belga
Tras la efímera fama del New Beat, Bélgica experimentó un renacimiento del Techno, alimentado por sellos como R&S Records (fundado en 1984) y la aparición de clubes míticos, como Fuse en Bruselas.
• Del “sonido oscuro” al “sound experimental”: El Techno belga se caracterizó por un matiz más duro y experimental, anclado en la tradición industrial y en la herencia EBM. A la vez, absorbió elementos del acid y el Detroit techno para crear producciones vanguardistas.
• Consolidación de colectivos y escena local: Se crearon colectivos de DJ y productores que fomentaron la difusión de un sonido techno belga reconocible a escala europea. Se destaca la participación de nombres como CJ Bolland, Praga Khan, y la posterior eclosión de artistas influyentes en la escena mundial.
• Vínculo con la economía y la cultura: El Techno belga se integró en una red transnacional de festivales, tiendas de discos y raves que potenciaron el turismo cultural y la proyección internacional del país. Así, a diferencia del New Beat, el Techno logró afianzar mayor longevidad y diversificación.
Al observar la transición del New Beat al Techno, se advierte un claro choque de corrientes:
• La desaceleración intencional vs. la aceleración y dureza del techno.
• La estética industrial belga vs. la influencia acid/house y los ritmos que provenían de Detroit.
• El auge local fugaz y comercializado del New Beat vs. la búsqueda de autenticidad y legitimidad cultural del Techno.
Esta colisión cultural refleja la forma en que Bélgica asimiló y reelaboró influencias internacionales, al tiempo que forjaba su propia identidad sonora. El New Beat abrió el mercado y el interés por la música electrónica “hecha en Bélgica”, y el Techno vino a consolidar esa escena con propuestas más duraderas, experimentales y profesionalizadas.
Reflexiones teórico-metodológicas
• Music in everyday life (DeNora, 2000) propone que los géneros musicales no son meras evoluciones sonoras, sino fenómenos sociales con códigos culturales propios. El New Beat y el Techno belga se explican tanto por los cambios tecnológicos (sintetizadores, drum machines) como por las dinámicas sociales y políticas que atravesaba Bélgica.
• Subculture: The Meaning of Style (Hebdige, 1979) entiende la música como un espacio para la resistencia y la creación de identidades juveniles. El caso belga evidencia la forma en que la pista de baile se volvió un lugar de experimentación estética y de negociación de la identidad frente a una sociedad marcada por divisiones internas.
• Transnacionalidad: El flujo de sonidos entre Bélgica, Alemania y Reino Unido (especialmente Londres) sugiere la necesidad de un análisis transnacional de la cultura rave y de la electrónica, en tanto circulan influencias, sellos discográficos y eventos a lo largo de un “circuito europeo” conectado.
Holanda-Bélgica, difícil elección.
Muy completo. Lo muevo en Tuiter, ay, digo, en Bluesky.